EN EL LLANO
EN EL LLANO
Y como dos corceles desbocados:
El uno, brioso corcel indómito
picudo y abrasador como el sol
que quemaba a pleno medio cénit.
La otra, yegua en celo
bravía como el río que ondulaba
corrientes de agua enfurecida
como la sangre que hervía en sus venas
henchidas de deseo desbordante.
Saciaron sus instintos más ocultos
apareándose en plena llanura
sin importar que una jauría de hienas
hambrientas acechaban
esperando el momento oportuno
para devorar hasta los huesos
de aquellos infelices par de amantes,
que en loco y frenético juego de amor
lo daban todo por el todo
a sabiendas que en ese paroxismo
les iba la vida.
Se entregaron por completo,
hasta quedar exhaustos.
Que importaba lo que sucediera luego
si ya habían trastocado la quietud
en la cima de los cielos.
Fatigados y a merced de aquellas bestias,
que acorralaban al indefenso par de enamorados
sin dar tregua acabaron en un santiamén
con el idilio de una tarde
mancillando y triturando
Entre sus fauces lo más puro:
El amor que recién engendrado
no nació a la luz jamás.
Que importaba...
Así daría la vida por tí,
si tú lo permitieras.
VIDA.
Y como dos corceles desbocados:
El uno, brioso corcel indómito
picudo y abrasador como el sol
que quemaba a pleno medio cénit.
La otra, yegua en celo
bravía como el río que ondulaba
corrientes de agua enfurecida
como la sangre que hervía en sus venas
henchidas de deseo desbordante.
Saciaron sus instintos más ocultos
apareándose en plena llanura
sin importar que una jauría de hienas
hambrientas acechaban
esperando el momento oportuno
para devorar hasta los huesos
de aquellos infelices par de amantes,
que en loco y frenético juego de amor
lo daban todo por el todo
a sabiendas que en ese paroxismo
les iba la vida.
Se entregaron por completo,
hasta quedar exhaustos.
Que importaba lo que sucediera luego
si ya habían trastocado la quietud
en la cima de los cielos.
Fatigados y a merced de aquellas bestias,
que acorralaban al indefenso par de enamorados
sin dar tregua acabaron en un santiamén
con el idilio de una tarde
mancillando y triturando
Entre sus fauces lo más puro:
El amor que recién engendrado
no nació a la luz jamás.
Que importaba...
Así daría la vida por tí,
si tú lo permitieras.
VIDA.